¿Cuántas vidas se pueden vivir en una sola?

Juan Álvarez
4 min read4 days ago
Imagen: Mapa de mis viajes hasta 2017.

A lo largo de mis años, he notado que al compartir mis historias con quienes me conocen y aprecian, siempre surge la pregunta: “¿Cuándo eras marinero?” o “¿En una de tus otras vidas?” No es una cuestión de incredulidad, sino el reflejo de la diversidad de experiencias que han moldeado mi existencia.

Desde mi infancia en Colombia, en medio de la guerra, cada etapa me ofreció fragmentos de sabiduría, dolor, alegría e incertidumbre. Incluso siendo niño en un entorno impregnado de violencia, encontré en el juego un matiz casi mágico. Durante la adolescencia, la búsqueda de mi identidad me impulsó a cuestionar lo establecido, a rebelarme y a forjar un camino propio, a veces errático pero siempre sincero.

He cruzado fronteras físicas y espirituales, y he asumido diversas etiquetas: refugiado, ilegal, emigrante, inmigrante; colombiano, sueco, español, gringo y myanmariano. Esta riqueza cultural no fragmentó mi esencia, sino que la enriqueció, enseñándome que la identidad es un mosaico formado por vivencias y colores.

En mi recorrido, he desempeñado innumerables roles: repartidor de periódicos, lavaplatos, fotógrafo, poeta, escritor, guionista, director de cine, ejecutivo televisivo, chef, marinero, documentalista, conferencista, marketero, creativo y, por supuesto, filósofo. Cada uno de estos papeles me brindó nuevas perspectivas y habilidades. Sin embargo, el cambio constante impuso un flujo tan acelerado que rara vez me permitía detenerme a reflexionar, a dejar que mis heridas sanaran o a asimilar lo aprendido; era un torbellino que me impulsaba de una experiencia a otra sin pausa.

He atravesado episodios tan aterradores que dejaron huellas imborrables, y en ocasiones pienso que pude haberme librado de tanto sufrimiento. Sin embargo, esa soledad, aun rodeado de gente, me enseñó que el miedo a ser comprendido puede llevarnos a desconfiar, incluso de las mejores voluntades. Involuntariamente, la vida me impulsó a dar el equivalente de 120 vueltas alrededor de la Tierra y solo 48 alrededor del sol, un ritmo vertiginoso que muchas veces fue mi manera de huir de mí mismo.

Ahora, a mis 48 años, la vida me obliga a detenerme, a pensar, asimilar, sanar y cicatrizar. Este paréntesis me enseña la importancia de concederme el tiempo necesario para integrar cada lección vivida. Aunque reconozco haber tenido una existencia privilegiada, imagino que habría disfrutado de aventuras a un ritmo distinto, en compañía de alguien dispuesto a aceptar este torbellino que soy, a compartir conmigo el disfrute de la lluvia, los rayos y la fuerza del viento.

Cada hilo, incluso aquellos marcados por el miedo y el dolor, forma el intrincado tapiz de mi existencia. Mi universo se ha expandido enormemente gracias a la magnitud de mis vivencias y la profundidad del saber que he adquirido. Esta rica amalgama de historias me ha llevado a comprender que quienes desean acompañarme deben estar dispuestos a vivir en un universo en constante expansión: personas que anhelen cuidar y ser cuidadas, alimentar y ser alimentadas, cultivar y dejarse cultivar. La verdadera fortaleza, he aprendido, reside en abrazar nuestra fragilidad y compartir el proceso de transformación.

Hoy te invito a reflexionar sobre la vida que deseas y la que crees merecer. Si tan solo al inicio de mis aventuras me hubiera detenido a plantearme estas preguntas, quizá habría descubierto mis verdaderos anhelos desde el primer paso. Ahora te pregunto: ¿Qué riesgos estás dispuesto a asumir? ¿Qué metas quieres alcanzar y conservar? ¿Qué tipo de relaciones deseas en tu vida: significativas, superficiales, caóticas o transparentes? ¿Cuáles son esos vínculos que verdaderamente te sepan amar y que estés dispuesto a cultivar a cambio?

Cada una de estas preguntas es esencial, pues te ayuda a definir tus valores y a trazar un camino consciente. Reflexionar sobre los riesgos que estás dispuesto a correr te orienta hacia oportunidades que realmente valen la pena. Decidir qué es lo que deseas ganar y conservar te permite priorizar lo que enriquece tu existencia. Asimismo, elegir el tipo de relaciones que quieres te invita a rodearte de personas que contribuyan a tu crecimiento y bienestar, sin sacrificar aquello que te hace único.

Tomarte el tiempo para reflexionar te acerca a vivir una vida auténtica, aquella que mereces y que se refleja en cada una de tus decisiones. Recuerda que la vida no se mide por la linealidad del tiempo, sino por la intensidad y profundidad con la que aprendemos a vivir y a transformarnos en cada paso del camino. Al responder a estas preguntas, te aproximas a comprender qué clase de vida deseas y cuáles son los compromisos que estás dispuesto a asumir para construirla.

En esta única existencia, he sido y siempre seré una constelación de vivencias, dispuesta a iluminar el camino de aquellos que buscan entender que, en la diversidad de experiencias, se esconde la verdadera esencia de ser humano.

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Juan Álvarez
Juan Álvarez

Written by Juan Álvarez

Autor, filósofo y especialista en narrativa, creatividad, pensamiento disruptivo, y líder en servicios creativos. Story-Coach, guionista y marketer digital.

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