¿La maldad es una cuestión de elección o de circunstancia?

Juan Álvarez
4 min readDec 26, 2023
Imagen: Sant’Agostino d’Ippona, como obispo.

La maldad es un concepto complejo que ha sido objeto de debate filosófico durante siglos. No existe una definición única de la maldad, pero en general se puede definir como la intención o la acción de causar daño a otros, violando los valores morales o éticos de una sociedad.

La maldad puede manifestarse de muchas maneras diferentes, desde actos pequeños y cotidianos, como mentir o engañar, hasta actos grandes y atroces, como actos de corrupción, la guerra o el genocidio. La maldad puede ser motivada por una variedad de factores, como la ambición, el odio, la envidia o la simple crueldad.

Independientemente de su forma o motivación, la maldad es un fenómeno que causa sufrimiento y daño a los demás. Es importante entender la naturaleza de la maldad para poder prevenirla y combatirla.

En la era de San Agustín, la maldad se atribuía al libre albedrío humano. Sin embargo, en la actualidad, la maldad se asocia cada vez más con la restricción de opciones, y las presiones económicas juegan un papel importante en su aparición.

Argumento a favor de la visión de San Agustín

Según esta visión, las personas son responsables de sus acciones, y la maldad es el resultado de una elección voluntaria del mal. Esta visión se basa en la idea de que las personas tienen un libre albedrío absoluto, lo que significa que son completamente libres para elegir sus acciones, sin importar las circunstancias.

Hay evidencia empírica que respalda esta visión. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de California, encontró que las personas que creen que tienen más control sobre sus vidas son menos propensas a cometer actos de violencia. Otro estudio, del Instituto Max Planck para la Investigación del Comportamiento Humano, encontró que las personas que tienen un fuerte sentido de la autoeficacia son menos propensas a participar en comportamientos delictivos.

Argumento a favor de la visión de que la maldad es una cuestión de necesidad

Según esta visión, las personas son libres para elegir sus acciones, pero estas elecciones están limitadas por las circunstancias sociales. Esta visión se basa en la idea de que las personas son productos de su entorno, y que su comportamiento puede verse influenciado por factores como la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

Hay evidencia empírica que respalda esta visión. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Harvard encontró que las personas que viven en condiciones de pobreza son más propensas a cometer delitos. Otro estudio, de la Universidad de Oxford, encontró que las personas que viven en países con altos niveles de desigualdad son más propensas a participar en conflictos violentos.

Políticas económicas, sistemas educativos y sistemas legales que pueden ayudar a reducir la maldad

La maldad es un desafío complejo que requiere una respuesta individual y social. Los individuos deben ser conscientes de su propia capacidad para el mal, y deben esforzarse por tomar decisiones éticas, incluso en las circunstancias más difíciles.

Al mismo tiempo, las sociedades deben crear estructuras que promuevan la ética y reduzcan la presión sobre los individuos. Estas estructuras pueden incluir políticas económicas que reduzcan la desigualdad, sistemas educativos que fomenten el pensamiento crítico y la empatía, y sistemas legales que protejan los derechos humanos.

Desafíos que plantea la lucha contra la maldad en el mundo actual

La lucha contra la maldad en el mundo actual plantea una serie de desafíos. La globalización, el cambio climático y el auge de las redes sociales están creando nuevos contextos que pueden exacerbar la maldad.

El cambio climático y otros problemas ambientales pueden provocar un aumento de la maldad, ya que las personas se ven obligadas a competir por recursos cada vez más escasos. El auge de las redes sociales y la desinformación pueden dificultar la educación del público sobre la maldad y los desafíos que plantea.

La maldad es un desafío complejo que requiere una respuesta individual y social. Los individuos deben ser conscientes de su propia capacidad para el mal, y deben esforzarse por tomar decisiones éticas, incluso en las circunstancias más difíciles.

Al mismo tiempo, las sociedades deben crear estructuras que promuevan la ética y reduzcan la presión sobre los individuos. Estas estructuras pueden incluir políticas económicas que reduzcan la desigualdad, sistemas educativos que fomenten el pensamiento crítico y la empatía, y sistemas legales que protejan los derechos humanos.

Sin embargo, la lucha contra la maldad en el mundo actual plantea una serie de desafíos. La globalización, el cambio climático y el auge de las redes sociales están creando nuevos contextos que pueden exacerbar la maldad.

Es importante que los individuos y las sociedades trabajen juntos para abordar estos desafíos y crear un mundo más justo y equitativo.

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Written by Juan Álvarez

Autor, filósofo y especialista en narrativa, creatividad, pensamiento disruptivo, y líder en servicios creativos. Story-Coach, guionista y marketer digital.

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