Reconfigurando los Derechos de Autor, y la nueva carga para los autores que no usan inteligencia artificial
En la esfera jurídica de los derechos de autor, una intersección crucial emerge con la proliferación de obras generadas por y con inteligencia artificial (IA), desencadenando un debate que va más allá de la simple protección legal. Mientras se busca reformar estas normativas para adaptarse al panorama cambiante, se revelan dimensiones adicionales que merecen atención para preservar la equidad y estimular la creatividad genuina.
El diálogo predominante se ha enfocado en la protección de las obras creadas con y por IA, debatiendo si merecen el mismo estatus que aquellas creadas por seres humanos sin ayuda tecnológica. No obstante, en otro aspecto, se ha subestimado la importancia de asignar los derechos de autor directamente a los creadores originales en lugar de a los productores, una práctica arraigada en la industria del cine, la televisión y la música. Este enfoque distorsiona la compensación, dejando a los creadores con una parte disminuida de los ingresos generados por sus propias obras.
A la par, se ha pasado por alto el reconocimiento de que la IA no es simplemente una fuente de outputs; es una co-creadora esencial en el proceso creativo contemporáneo. Así, la reforma de los derechos de autor debería reflejar esta dualidad, garantizando la protección tanto a los creadores humanos como a los creadores que se apoyan en IA.
En el ámbito de la creación, el término “input” se refiere a la información o instrucciones proporcionadas a una máquina, como la inteligencia artificial, para generar una obra. Es crucial entender que aunque el input es esencial para iniciar el proceso creativo, no es suficiente por sí mismo. La máquina, al recibir este input, desempeña un papel fundamental al traducirlo en una obra única, aportando su propia creatividad e inteligencia al proceso.
Esta dualidad destaca la importancia de proteger tanto el input como el output. La protección del input garantiza que los creadores reciban el reconocimiento y la compensación adecuados por su contribución inicial y supervisora del proceso. Al mismo tiempo, la salvaguardia del output es esencial para prevenir la apropiación no autorizada de la obra por parte de terceros. En otras palabras, la protección integral de ambas etapas del proceso creativo es esencial para preservar la integridad y los derechos de los creadores en la era de la inteligencia artificial.
En un giro inesperado, la propuesta de excluir las obras de IA de la protección por derechos de autor plantea desafíos adicionales. La inversión de la carga de la prueba, imponiendo a los autores no usufructuarios de IA la tarea de demostrar la ausencia de su participación, resulta no solo absurda sino también injusta.
En última instancia, la carga de la prueba para los autores sin el uso de IA no solo resulta en un obstáculo innecesario, sino que también contradice la esencia misma de los derechos de autor.
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